jueves, 20 de mayo de 2010

LA MÚSICA

La variada música desde la antigüedad hasta nuestro siglo no sólo ha destacado por la cantidad sino básicamente por haber planteado nuevos rumbos en cuanto a la relación obra-realidad, realidad en todo el sentido del concepto. El compositor queda más involucrado en las distintas etapas del producto final, desde la génesis sonora hasta ciertas condiciones acústicas, y muchas veces estéticas, de la sala de conciertos.
Hombre y música comienzan a fundirse, identificarse, cada vez más quedando el todo, por lo general, convertido en un fenómeno plenamente particular, no repetible. Dentro de esta íntima fusión está el ejecutante quien tendrá a su cargo ciertas decisiones que rematarán el acabado final.
Uno de los argumentos que predomina a lo largo del siglo XX es: "El libre pensamiento". El compositor ya no está dispuesto a acatar reglas escolásticas; no quiere decir esto que sistemáticamente las incumpla, sólo se da el tiempo necesario para revisarlas y discutirlas, rompiendo de este modo la atávica presión psicológica que sobre el sujeto produce cualquier escuela 'estructurada e inamovible'.

ALGUNOS APARTES

Lo que dice Sloterdijk en algunos de sus textos, y que ahora encuentro de forma poética en "La niña que amaba las cerillas" de Gaétan Soucy (Akal), es que la música, el sonido primordial, no está fuera sino dentro de nosotros, nos atrapa de tal forma, que hay que darle la razón a Thomas Mann cuando dijo que es un arte demoníaco. Y por lo tanto, como sugieres, puede hacer que seamos triturados en su materia y *seamos música*. Cómo puede llevarse esto a cabo, es algo para discutir en otros lugares y por gente entendida en biotecnología.

Cuando escuchamos música estamos dentro del ritmo que mueve también al universo; en el centro de la son oosfera de martirios que nuestras ciudades nos ofrece, es posible también un vértigo de la magia que nos llene de lo que no termina nunca (John Cage), pues todo es música, y en ella nos bañamos antes del nacimiento. Lo que PS ha dicho en "Burbujas" sobre la vida sónica prenatal es desde luego lo más hermoso que conozco, e invito a otra gente a indagar en esos hilos.


El músico de jazz y científico cognitivo William Benzon encuentra la llave a la función de música en la misma complejidad de experiencia musical. Las demandas de música y ritmo, los efectos de nuestros símbolos, las capacidades procesadoras, habilidades motoras, emocionales y comunicativas, etc. trabajan todas en coordinación, no solamente dentro de nuestras propias mentes sino también con las mentes y cuerpo de otros.

La música es hondamente personal y altamente social, altamente abierta a la interpretación y matiz emocional. Es esta coordinación de funciones mentales diferentes la que piensa Benzon que subyace a nuestra necesidad profunda crear y participar en la música.

Hay también otros autores que creen que el ritmo y la música fueron las que hicieron posibles que el ser humano evolucionase desde sus estadios anteriores. Lo interesante sería estudiar que papel puede cumplir en el paso al transhumanismo.


CONCLUSION

Depende de la sensibilidad artística de quien oiga o contemple una obra de arte -tan diversa aquélla, según las personas, su temperamento, cultura general y especializada en el arte de que se trate- y de lo libre que se halle de prejuicios estéticos, el resultar más o menos idóneo para sentir los efectos de dichos tipos de belleza, considerados conjunta y separadamente. Y depende del conceptualmente y de lo influenciado que esté por imperativos filosóficos determinados el conceder mayor o menor beligerancia a uno sobre otro u otros de los mencionados tipos de belleza, así como el sentirse inclinado a combatir o defender cualquiera de ellos". (Joaquín Zamacois: "Temas de Estética y de Historia de la Música")

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